lunes, 26 de marzo de 2012

Nosotros sí tenemos Memoria

Cómo no les van a pegar! Fuman marihuana, marchan codo a codo hombres y mujeres, emiten cánticos de un vocablo vergonzante. Por supuesto que les van a pegar.

Cómo no les van a pegar! Luchan por las reinvindicaciones sociales, pero con la novedad de que defienden y son parte del gobierno que las hace realidad. Hay que meterles caño, piña y gas pimienta.

Cómo no les van pegar! Pintan escuelas, brindan ayuda social en los barrios, proponen la política como herramiente de cambio y generación de nuevos cuadros. Hay que sacarlos de la plaza.

Incomodan. Por eso les pegan.

Ningún recurso oral con vicios de justificativo es válido. La realidad es una sola. Agrupaciones de izquierda ( de esas que marcharon con la oligarquía rural contra la 125) llegaron a la plaza Independencia con la intención de repimir, de golpear, de lastimar, de tener amnesia en el Día de la Memoria. Militantes de la JJL ( Juventud Justicialista Libertaria), JP Evita y JP Tucumán fueron quienes se llevaron la peor parte encuanto a violencia física, pero lo que se traiciónó, lo que fue vilipendiado fue el recuerdo de las víctimas del genocidio cívico-militar.

Profundiza el desagrado ver como los representantes de las agrupaciones de "Izquierda", que por rango etario deberían hacer gala de un grado mayor de decencia a la hora de analizar los hechos, celebran la marcha, festejan por lo ocurrido en Plaza Independencia. Uno ya no espera nada, al parecer...ellos olvidan, imitan y perdonan.

No queda mucho más para decir. Como jóven metido en la vida política es válido el pedido de disculpas a los familiares de las víctimas de la represión, duele ver la plaza ensangrentada un 24 de Marzo.

Un llamado a las agrupaciones Kirchneristas, decididamente hay que ejecutar una lectura fina de cada contexto. Esta "Izquierda" agrede, insulta, provoca y no respeta nada. Cristina lo dijo: "No seamos pequeñitos".

A quienes llevaron gas pimienta, fierros y la intención de que se derrame sangre a la marcha del Día de la Memoria, sepan que desde la juventud kirchnerista en el caso de que alguna vez lleguen a tener representatividad popular expresada a traves del voto no los vamos a reprimir, no los vamos a correr, no vamos a caer en la violencia; tampoco vamos a marchar con la derecha, no vamos a probarnos la galera del oligarca. Y esto es un compromiso que lo vamos a cumplir, porque a diferencia de ustedes... nosotros si tenemos Memoria.

jueves, 22 de marzo de 2012

Nunca más seremos Menos



"A medianoche se llevaba a 15 o 20 detenidos adentro del monte, donde previamente se hacían fosas de 3 por 5 metros y se los arrodillaba junto al pozo, con los ojos vendados. El encargado del operativo efectuaba el primer disparo, no había una voz de ejecución, el primer tiro era lo previsto para que los demás dispararan. Los cuerpos caían directamente al pozo. Si no morían por las balas, lo hacían por el fuego, porque las fosas se llenaban con cubiertas, leña y aceite quemado. Después de las ejecuciones se encendía una fogata. Tuve oportunidad de observar, en dos oportunidades, fusilamientos en los cuales el que efectuaba el primer disparo era el general Antonio Domingo Bussi", el testimonio corresponde a Omar Eduardo Torres, ex miembro de la Gendarmería Nacional.

Este relato multiplicado por cientos, por miles, por tantos y tantos casos de vidas fulminadas en pos de un concepto vacío de ideas, pero repleto de odio. Eso representa el 24 de marzo de 1976 en la historia nacional, el inicio de un proceso que liquidó sueños, fulminó líderes y ahogó a la democracia.

El escenario socio-cultural actual expone a las claras el renacer de la masificación de la política y el resurgimiento de las ideologías,  todo esto de la mano de una juventud que coincide en su amplia mayoría en la necesidad de la noción revisionista de los actos pasados con el objetivo de hacer efectiva una construcción democrática fuerte desde sus bases fundacionales. 

A pesar de esto, cuando ya pasaron 36 años del inicio del pasaje histórico más lugubre de la nación toda, la escena de choque no está ausente. Dicotomías que parecieran ser propias del "ser argentino" se manifiestan día a día representadas por fronteras disímiles, ubicadas en planos morales totalmente opuestos. 

Lisa y llanamente se enfretan en un debate, ideológico la defensa de la democracia contra la reinvindicación del genocidio.

Donde la razón indica, con sobradas pruebas de sustento, que  el régimen militar puso en marcha una represión implacable sobre todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales, la campana disonante que enaltece a los verdugos de la libertad rescata una y otra vez la necesidad de la llegada del invierno democrático, como un recurso ineludible para el crecimiento nacional. 

Persiste aun esa frontera en la que las voces enuncian los "beneficios" de la muerte, colocándola en el papel de mecanismo justificado ante la supuesta ausencia de un orden real. Pero la lógica se impone y cae la luz de la realidad sobre una argumentación pueril, desmembrada de sentido. 

La suspención de la actividad política y de los derechos de los trabajadores; la intervención de los sindicatos, la disolución del Congreso y de los partidos polícos, la quema de libros y revistas considerados "peligrosos", la censura de los medios de comunicación, y por supuesto, la muerte, a cada paso la muerte, en cada mirada el anuncio irreversible de la justicia vista con los ojos del odio.

"Una guerra, esto era una guerra, y los militares defendieron al pueblo", argumento elegido como estandarte de partícipes matariales y de cíviles cómplices del sol ensangrentado que representó nuestro paño a partir del 24 de marzo del 76. 

Acusa recibo de esta lógica sin lógica aquel que no hace suyos estos argumentos y perfila su respuesta basándose en que todo uso del aparato represivo del Estado con el fin de aniquilar cualquier voz opositora, sea esta portadora o no del olivo en una mano y el fusil en la otra, es un atentado contra la raiz misma de la concepción de un Estado-Nación.

Las bajezas de los portadores de la muerte no se limitaron a la aniquilación del enemigo, en el hijo de éste veían la continuidad de lo prohibido. Durante la dictadura, los militares consideraban que los hijos de los desaparecidos debían perder su identidad. Los hacían desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban que la subversión era casi hereditaria o que se trasmitía a través del vínculo familiar. De la misma forma que a los hijos de desaparecidos se intentó quitarles su familia, a la sociedad en general se intentó quitarle esos antecedentes que, como los padres de esos chicos, eran considerados subversivos. El determinismo genético era la excusa, la desaparición el camino.

El término "subversión" englobaba a las organizaciones guerrilleras -prácticamente ya extinguidas en marzo de 1976- pero también a los activistas o simpatizantes de cualquier movimiento de protesta o crítica social: obreros, universitarios, comerciantes, profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios y más, muchos más. Era la muerte por la muerte misma, por el sólo hecho de ver aniquilado al disonante. 

Persiste, persiste y no claudica el debate. Siendo ya 36 los años que han pasado desde que el Estado fue cooptado por los abanderados de la desdicha democrática se plantea la necedad de revisar el pasado, se cataloga de nefasto el proceso de análisis y enjuiciamiento de aquellos que a fuerza de un nacionalismo fatalista pulverizaron vidas, destruyeron sueños y desgarraron para siempre la noción de democracia en nuestro país.

Bienvenido sea entonces el debate, celebremos que más de tres décadas después todas las voces puedan exponer su criterio, a pesar de que a veces asuste el ausentismo de la lógica. 

Somos argentinos, y el "ser argentino" sufre y goza al mismo tiempo de este determinismo heredado por los "padres" del golpel del 76. El orgullo paternalista se seguirá manifestando, enarbolando ideas que no soportan la contrastación con los hechos concretos. La diferencia está en el argumento pro-democrático, que por fin existe, por fin se manifiesta, por fin se anima a plantarle cara a la noción de que "esto fue una guerra". 

36 años ya, muertos, desaparecidos, culpables, inocentes, nunca más, abuelas, madres, hijos, nietos, democracia, dictadura, "fue una guerra", zurdos, montoneros, subversivos, bolcheviques, asesinos, peronistas, radicales, Videla, Bonafini, Bussi, Walsh, Galtieri, Alfonsín, Mundial 78, la ESMA, guerra sucia, represión, tortura, Malvinas, censura, Isabel, Lopez Rega, dolor. 

Que sirva el debate, que se mantenga la discusión, y que aquellos que desean el retorno de las sombras entiendan que, con la juventud como estandarte, nunca más seremos menos.